Reorientando la educación

Nos hemos sumergido de lleno en un tiempo de cambio. Cambio en la forma de divertirnos, relacionarnos, trabajar, consumir, obtener información, aprender, educar… ¿de educar? Las dudas se imponen: ¿Realmente estamos cambiando los métodos de enseñanza? ¿Cómo estamos educando a nuestros jóvenes? ¿Hacia qué futuro les estamos orientando? ¿En qué habilidades y competencias debemos formarles?

Nadie tiene una bola de cristal que muestre el futuro. Estudiamos y analizamos situaciones, contextos, metodologías, herramientas… para determinar qué y cómo estamos solucionando los problemas de nuestro tiempo y los que están por venir. Esta es la esencia de la sociedad pero condimentada actualmente con un elemento que revoluciona todo: la incorporación de las Tecnologías de la Información a casi todos los ámbitos de nuestra vida. En nuestra capacidad para analizar el presente y proyectar el futuro se encuentran nuestras oportunidades para avanzar como sociedad y como individuos. Esto junto con nuestra capacidad de adaptación y cambio constituyen nuestras mejores opciones de éxito como especie.

“La educación es el arma más poderosa para cambiar el mundo” dijo Nelson Mandela. Y para modelar el futuro, añadiría yo. Por eso es importante en este momento de aceleración y transformaciones hacernos estas preguntas: ¿Estamos formando correctamente a nuestros jóvenes para esta realidad de cambio constante? ¿Les estamos preparando para un mundo fuertemente condicionado por la tecnología y el flujo masivo de información? En mi opinión no, al menos aún no, aunque se atisban algunos cambios.

La educación actual debe estimular a los estudiantes en la adquisición de habilidades que les permitan afrontar los retos del mañana. Habilidades interpersonales y habilidades sociales. Las metodologías, los profesionales y las herramientas al servicio de la educación deben reorientarse para conseguir formar a los niños de hoy en las habilidades y valores que ya son necesarios y en los que prevemos para un futuro próximo. Empezamos a ser conscientes de que debemos prepararles para un mundo cambiante, formarles para que la gestión de una realidad en transformación continua no sea un problema futuro.

En la esencia que nos hace más humanos, en la capacidad de entendernos y trabajar unos con otros está la base del éxito de esta evolución.

La tecnología solo es la herramienta que impulsa este modelo de cambio continuo y nos ayuda a gestionarlo, siempre que la utilicemos correctamente.

Desde nuestra posición como creadores de contenidos educativos, estas reflexiones deben ser la base que sustenta el qué y el cómo en el desarrollo de productos y herramientas. Sin duda, todos los actores que intervenimos en el proceso educativo (maestros, gestores, políticos, editores, etc.) tenemos la obligación de conocer y estar actualizados sobre las tendencias sociales, culturales, tecnológicas, científicas, educativas… que mueven, condicionan y determinan el presente y futuro de la sociedad. Y es esta información constantemente actualizada y nuestra capacidad de análisis y reacción, lo que debe determinar nuestras políticas, objetivos y acciones educativas.

Pero en esta actualidad tecnológica en la que la información y el conocimiento están al alcance de un click de los alumnos, en la que la certeza y la falsedad fluyen por la red, ¿cuáles son las habilidades que permitirán a los niños de hoy ser mejores ciudadanos mañana? ¿Hacia dónde se debe orientar la educación de nuestro tiempo? Este es nuestro resumen:

  • Preservar la Curiosidad innata de los niños. Aprender los contenidos curriculares debe tener sentido para los estudiantes. Se deben establecer relaciones claras y estimulantes ente los contenidos y el mundo real o fantástico que apasiona a los niños. ¡El conocimiento es algo fascinante!
  • Estimular la formulación de preguntas y educar en las habilidades para encontrar respuestas – frente a la estructura tradicional que vuelca en el niño toda la información para ser memorizada.
  • Fomentar el pensamiento crítico. La búsqueda de respuestas implica a los niños en la reflexionar sobre la información que manejan. El desarrollo de esta destreza es vital en una sociedad cada ver mas abrumada por el flujo de información no contrastada.
  • Activar las habilidades creativas. Trabajar con proyectos en los que los niños deben plantear soluciones y procesos de trabajo partiendo de las herramientas e información que tienen y adquieren.
  • Fomentar la colaboración y los valores sociales a través de juegos, experimentos o proyectos en los que la aportación de habilidades individuales suman por el bien común.
  • Estimular las habilidades comunicativas necesarias para compartir y colaborar, tanto a través de canales tradicionales, como de los nuevos canales digitales.

Estas habilidades deben tener una clara transversalidad con la educación en valores y trasladan a los niños los principios básicos para convivir en sociedades donde la colaboración, frente a la individualidad competitiva, será un valor fundamental. Solidaridad, respeto por los demás y respeto por el entorno son principios básicos que los niños deben aprender y tener presente en su desarrollo personal y profesional de futuro.

Solo educando de una forma diferente conseguiremos que los ciudadanos y los profesionales del futuro actúen de forma distinta, y sean capaces de afrontar con recursos suficientes los retos del siglo en el que vivimos.

Deja una respuesta