Atención a la diversidad en las aulas

La realidad de cada aula es diferente, aunque pueden existir similitudes entre unos y otros, no existen unas reglas generales aplicables a todos los entornos educativos.

La dinámica que se crea dentro del aula es el resultado de la interacción entre las características de cada uno de los alumnos y alumnas, y las propias características del docente. La diversidad de sus comportamientos y experiencias está determinada por los factores socioculturales del contexto en el que viven y una serie de factores psicológicos de cada individuo.

Las aulas son microsistemas formados de varios individuos que interactúan constantemente. Si uno cambia la actitud, la cambian todos.

Así es, si uno cambia la actitud, cambia el grupo en general, porque la dinámica grupal ya no es la misma.

El concepto de atención a la diversidad es muy amplio y aborda las actividades del sistema educativo entero, el funcionamiento de las escuelas, hasta las intervenciones más concretas de los docentes en sus aulas. Por tanto, hay que reconocer que atender a las necesidades de cada individuo, a la vez que enseñar al grupo, es una tarea bastante difícil y laboriosa.

Para poder responder a las necesidades individuales del alumnado, es necesario tener en cuenta sus capacidades de aprendizaje, situación social, diferencias culturales y lingüísticas, igual que la salud física y mental.

Es muy común caer en la trampa de centrar los esfuerzos y la atención hacia los alumnos y alumnas cuyas necesidades son muy visibles o sus demandas están dirigidas directamente a la atención del docente, y pueden pasar desapercibidos los alumnos y alumnas más tímidos, introvertidos o más conformistas.

¿Qué se puede hacer desde punto de vista metodológico?

La programación y planificación de las sesiones no puede ser pensada de la misma manera para todos. Los objetivos, contenidos, actividades, metodología, recursos materiales, etc. que el docente estima necesarios para el desarrollo de una sesión tienen que ser planificados y preparados en diferentes formatos. En concreto, para preparar un tema para una sesión hay que tener en cuenta lo siguiente:

  • desarrollar las mismas actividades con diferentes niveles de dificultad: fácil, medio y difícil
  • para los trabajos en equipo, planificar tareas que se adapten a las capacidades del alumnado con dificultades de aprendizaje y otras que resulten atractivas para el alumnado con altas capacidades
  • pensar la mejor organización de grupos o parejas (no se recomienda juntar una alumna con dificultades de aprendizaje con una con altas capacidades porque entrarán en conflicto)
  • elegir los contenidos que se darán primero según las capacidades de pequeños grupos: conceptuales, procedimientos o actitudinales
  • crear actividades diversas sobre un mismo contenido, combinar las de grupo, parejas e individuales
  • plantear diferentes modos de evaluación, tanto de los conocimientos previos, como de los de aprendizajes nuevos

Factores que condicionan el aprendizaje

Las investigaciones están demostrando desde hace tiempo que la motivación, el autoconcepto y las habilidades socio-emocionales afectan a los procesos de aprendizaje. Los alumnos que tienen experiencias negativas de fracaso continuo pierden la motivación para aprender (“Para qué esforzarme si lo voy a suspender igual”), forman un autoconcepto negativo de sí mismos (“Soy tonto, torpe e incapaz de aprender”) y empiezan a sentir altos niveles de ansiedad que no pueden controlar.

Las estrategias metodológicas pueden prevenir hasta cierto punto estos efectos negativos, sin embargo, no pueden y no deberían eliminar el fracaso completamente. Los errores forman parte de vida, nos sirven para crecer y aprender, y deberían ser percibidas de esta manera. Por tanto, junto con la enseñanza de los conocimientos, es igual de importante el vínculo emocional y la enseñanza de la autogestión y el autocontrol.

La motivación, el autoconcepto y las habilidades socio-emocionales pueden facilitar o imposibilitar el aprendizaje.

En este sentido es muy importante incluir en la práctica diaria:

  • una relación docente-alumno cordial, cariñosa y de aceptación
  • altas expectativas sobre cada alumno y alumna
  • enseñanza de las estrategias de autogestión de las tareas y responsabilidades
  • metacognición, reconocimiento del propio alumno de las estrategias de aprendizaje que mejor le funcionan
  • gestión de la expresión de las emociones
  • capacidad de motivarse después de un fracaso

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