Biblioburro, educación sobre ocho patas

No sé si recordáis a aquel niño inquieto al que le gustaba aprender cosas nuevas, con una inmensa curiosidad por todo, que iba al colegio en una escuela rural, en alguna parte del mundo. Se llamaba David, pero esto no era muy importante. De hecho, era tan poco importante que cuando creció nos lo encontramos en una aldea en Colombia y ahora se llama Luis.

De joven, como de niño, a Luis le gustaba dejar volar su imaginación. Y un día  la dejó volar muy lejos: soñó que podría llevar los libros que a él tanto le habían enseñado a rincones de su país donde apenas llega nada. Donde no hay maestros, donde los padres carecen de lo necesario para subsistir y donde muchos niños no tienen la oportunidad de aprender a leer ni a escribir.

Luis decidió hacer lo posible para que su sueño se hiciese realidad. Decidió convertirse en maestro, y así, a través de los libros y del conocimiento, dar a los niños un mínimo de oportunidades, vencer el analfabetismo y luchar contra la pobreza de las zonas rurales de su país.

Luis sentía que cada niño debía tener la oportunidad de ser el mejor ciudadano posible y puso todo su empeño en conseguir personas formadas e informadas que conocieran sus derechos y obligaciones, y que fueran capaces de aportar algo a su comunidad: serían los adultos del futuro.

Al cabo del tiempo se dio cuenta de que sus alumnos no podían hacer las tareas escolares, nadie tenía libros, ni lápices, ni cuadernos en casa y esto les impedía avanzar en su formación. Y decidió cambiar esto también: pensó que si los niños no tenían librería, habría que inventar una. Entonces tomó a dos de sus mejores amigos, dos hermosos burros que había criado desde pequeños, y los bautizó así: a la hembra la llamó Alfa, al macho Beto. Después recopiló todos los libros que contenían aquellas historias fascinantes que a él tanto le habían hecho soñar. Reunió 58 libros, los cargó en dos grandes alforjas y los puso sobre la burrita Alfa. Sobre Beto se montó él y así comenzó su camino.

Biblioburro - Wikimedia Commons
Foto: Wikimedia Commons – Acción Visual/Diana Arias

Este fue el comienzo del proyecto Biblioburro: una biblioteca montada sobre ocho patas que recorre los caminos más agrestes de la selva colombiana, en trayectos a veces de más de cuatro horas, enfrentándose al calor, a la humedad y a la guerrilla,  llegando las zonas más remotas con la misión de llevar a los niños la magia de las palabras.

Luis y su Biblioburro han conseguido hacer olvidar a los niños la situación muchas veces complicada en la que viven, abriéndoles a través de la educación una puerta al futuro. Pero más que esto, Luis ha conseguido llevar a los niños de las aldeas la capacidad de soñar, de pensar que las cosas pueden ser distintas, revelándoles mundos desconocidos y ayudándoles a superar una realidad cotidiana cargada de violencia. “¡Espectacular!” grita un niño a un periodista interesado por la historia, “¡Ni te lo imaginas, es un maestro que nos lee historias, nos hace jugar, nos cuenta cuentos!”. Otro niño añade: “nos hace dibujar nuestros malos recuerdos, pero con todos los colores, porque en los malos recuerdos también hay colores bonitos”.

Además ha sucedido algo inesperado: muchos de los padres de estos niños se han convertido en alumnos de Luis a través de sus propios hijos, que les enseñan a leer y a escribir, ampliando el alcance de su proyecto. Los libros han llegado a ser una herramienta de transformación social en la región.

Y así ha continuado Luis durante más de 15 años con su Biblioburro, entre la selva y la guerrilla, pese a las dificultades acaecidas por el camino, pese a perder una pierna por una caída, pese a los robos y a los continuos problemas con la guerrilla, infatigable junto con sus Alfa-Beto, llevando “armas intelectuales”, como él las llama, a aquellos que sólo tenían las que disparan.

Esta gran labor de aquel muchacho soñador convertido en maestro ha evitado que muchos de estos niños vayan a la guerra, ha formado ciudadanos más cultos y responsables, ha devuelto ilusión y esperanza a muchas personas y, en definitiva, ha cambiado la vida de muchos colombianos.

Luis se llama Luis Humberto Soriano y ha desarrollado su labor en los alrededores de la Gloria, en el norte de Colombia. Ha sido inspiración para mucha gente por la grandeza de su trabajo, ha ganado varios premios internacionales y ha conseguido donaciones para seguir adelante con su proyecto. En la actualidad Luis no lleva libros, lleva ordenadores, sigue viviendo en el Caribe colombiano y posee más de 5.000 libros que quiere dejar en una biblioteca que está construyendo, si consigue financiación para terminarla.

También está comenzado un nuevo proyecto llamado Biblioburrored, con el objetivo de llegar a todas las escuelas de Colombia.  La educación y la transmisión del conocimiento han sido su compromiso de vida, y por él sigue trabajando cada día.

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